Decíamos que el adviento se corona con la alegría de sabernos amados por Dios, Padre todo poderoso con “corazón de mamá”. No olvidemos que la Fe cristiana y católica, es una Fe Histórica, y bíblica, pues allí, en la Sagrada Escritura, están relatados los acontecimientos que nos permiten descubrir y asegurar no solo la existencia de Dios sino el inmenso amor de Dios. Aprovechemos, entonces, este tiempo de adviento, para reafirmar estos conceptos en nuestros hijos.

           Decíamos, también, que hay que ir a la Biblia a encontrar “pistas”, “claves”, para descubrir las maravillas que Dios tiene preparadas para cada uno de nosotros. Siguiendo esta lógica, podemos decir que:

Si creemos en la Vida Eterna, entenderemos que lo que celebramos en Navidad, es que Dios se ha encarnado por Amor. Y a su vez, si sabemos que Dios se encarna por Amor, podremos entender que no hay otra alternativa más amorosa que la Vida Eterna.

           Y para nuestros hijos adolescentes, el adviento y la Navidad, con mayor razón deben ser parte de la lógica de la Revelación de Dios. Así, las promesas hechas a Abraham, 2000 años antes del nacimiento de Jesús, se cumplen en esa Noche Buena, y 30 años más tarde se confirma que Jesús es el Mesías, el Rey que buscaban los astrónomos (llamados reyes magos), mientras que Jesucristo enseña que Dios es como un papá que al ver regresar a su hijo se lanza a sus brazos y lo cubre de besos, lo cual comprueba que Dios nos ama como un papá “chocho”, y que por eso nace como un niño, señalado por una conjunción de estrellas que lo anunciaban siglos antes desde el cielo.

            Todo coincide, y un acontecimiento confirma que el otro es real. Eso  es muy bueno, porque si Dios ha cumplido siempre sus promesas, quiere decir que las promesas que faltan por cumplirse, algún día se harán realidad, igual como todos los acontecimientos que recordamos en el adviento y en la navidad. ¡Alegrémonos, entonces!...Porque Dios nos tiene prometida la resurrección nuestra en cuerpo y alma y la Vida Eterna en Su Reino.

          Demos gracias al Señor, porque es fiel a sus promesas, ya que un Niño nos ha sido dado, hombre y Dios, nuestro Salvador y nuestro pasaje de regreso al Paraíso.

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Un fraternal saludo en este hermoso tiempo de Adviento.

Guido Pallavicini/Catequista.